Faltan aún dos meses para el día del padre,
pero cuando ese día llegue, y recordemos a los grandes padres que el cine nos
ha presentado, Guido Orefice será uno de los más recordados. Y es que el
personaje compuesto por Roberto Benigni para La vida es bella, es
capaz de todo por su hijo: incluso de convertir el horror de los campos de
concentración del holocausto en un juego de niños.
Guido Orefice es carismático, encantador, creativo
y quizás demasiado puro. Nos damos
cuenta desde el comienzo de la vida es bella, ese film italiano
de 1997 que se convirtió en un clásico del cine a base de una formula tan
simple como una historia a puro corazón. Guido conoce a Dora, su principessa, y se las ingenia para
conquistarla, enamorarla, y cambiarle los planes de su vida. Dora estaba en pareja,
y a punto de casarse, pero Guido la conquista convirtiendo su realidad en un
cuento de hadas. Recordemos. El balcón de la calle en la que, a diario, Guido veía
a un hombre pedir a María que le arrojen una llave, antes que la llave caiga. Y
cómo Guido convierte esa rutina en un pedido a la Virgen María por la llave que
abra el corazón de Dora. O la respuesta del acertijo cuando Guido consulta a la
Virgen María cuanto deberá esperar para tomar un helado con Dora. O el cambio
de sombrero de Guido cuando es Dora quien pide ayuda al cielo.
Guido Orefice logra conquistarla y tener una familia
con ella. Y cuando los Nazis comienzan a llevar a los judíos a los campos de
concentración, no nos sorprende la facilidad con la que vuelve el horror en
algo menos duro y más lúdico para su hijo. Después de todo, Guido para ese
entonces ya se ha fugado con Dora de la fiesta de compromiso de ella. Ya se ha
infiltrado en la escuela de Dora para verla haciéndose pasar por inspector… Era
una cuestión de matemáticas más graves que convirtiera el campo de
concentración en un juego para Josue. A Guido y a su hijo los llevan en el día
del cumpleaños del niño, y Guido improvisa que todo aquello que pasa es su
regalo: entrar a una competencia en la que, el premio final, es un tanque de
guerra como los que Josue tiene en juguete, sólo que de verdad. Ganaría el que
más puntos tiene. Y así llegan el juego del silencio, cuando Josue se infiltra
en un restaurant de niños alemanes y debe callar para que no lo descubran. El
juego de las escondidas. Y muchos otros, mientras se las ingenia para cuidar a
su hijo de ser asesinado…
Guido es el principal sostén para que el film
sea lo que es, y no es casualidad que por esa labor Roberto Benigni haya ganado
el Oscar a mejor actor por la película. También dirigida por él, y coprotagonizada
por su esposa en la vida real Nicoletta Braschi como Dora, la vida es bella ganó
también premios como el Óscar a mejor película extranjera y el premio especial
del jurado de Cannes.
Roberto Benigni ha tenido altos y bajos en su
carrera, y si bien nunca alcanzó el nivel de prestigio y popularidad que le
valió su Guido Orefice, su nombre ya ha quedado en el corazón del gran público.
También dirigió y protagonizó El tigre y la nieve, Pinocchio,
El
Monstruo, Soy el pequeño diablo, mientras que su último paso por el cine
fue en A Roma con amor, de la mano de Woody Allen.
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